24 enero 2013

Bélgica y Holanda prohíben la circulación del Fyra

Bélgica y Holanda prohíben el paso del tren de alta velocidad por fallos técnicos

Las puertas no se abrían, las escalerillas se bloqueaban, los trenes se paraban... | La anulación del Fyra deja a Amsterdam y Bruselas sin conexión ferroviaria directa

Lo llamaron Fyra, una palabra que evoca conceptos como confianza y orgullo, lo que los pasajeros de la nueva línea de alta velocidad entre Bruselas y Amsterdam debían sentir cuando se subieran a bordo de sus trenes, inaugurados el pasado nueve de diciembre. Sus flamantes máquinas blancas, con brillantes letras en rojo, debían cubrir los 210 kilómetros que separan a las dos ciudades en 120 minutos en lugar de casi tres horas, como necesitaba el antiguo tren del Benelux.

Ahora muchos viajeros añoran sus viejas máquinas y recuerdan que era "lento pero seguro", todo lo contrario que su sucesor. Fyra es en estos momentos sinónimo de fiasco y de bochorno.

Desde el primer momento sus trenes han sido noticia por sus fallos técnicos. Durante la primera semana de circulación, la mitad de sus pasajeros llegó tarde a destino. Por un motivo o por otro, las máquinas tenían problemas para arrancar. Las puertas o bien no se abrían o no se cerraban. Las escalerillas de acceso a los vagones se bloqueaban. Ya en marcha, los trenes quedaban parados sin causa aparente, hasta el punto de que en diciembre fue necesario evacuar un tren entero en un túnel de Rotterdam ante la imposibilidad de volver a poner en marcha la locomotora. Fyra se convirtió enseguida en el acrónimo para forget your rapid arrival (olvídate de llegar pronto).

Los problemas pillaron por sorpresa a las renfes holandesa y belga (NS y SNCB) que, en colaboración con la aerolínea KLM, llevaban ocho años planificando el estreno de la nueva línea de alta velocidad Bruselas-Amberes- Rotterdam-Amsterdam. Durante las primeras semanas, las autoridades pidieron paciencia a los pasajeros con las nuevas máquinas. Fallos de principiante, decían...

Pero a medida que pasaban los días y bajaban las temperaturas la situación, lejos de mejorar, empeoró. La semana pasada sólo uno de cada cuatro trenes llegó con un retraso inferior a seis minutos. Pero la gota que colmó el vaso fue el descubrimiento de un trozo de tren suelto por las vías, una parte del capó. Las autoridades de seguridad ferroviaria de Bélgica y Holanda tomaron una decisión drástica el pasado viernes y prohibieron indefinidamente la circulación del Fyra.

Si en tres meses su fabricante, la empresa italiana AnsaldoBreda, (Finmeccanica) no soluciona los problemas, Holanda y Bélgica anularán sus contratos y lo denunciarán en los tribunales, le han advertido, recordando que ya entregó los aparatos cinco años más tarde de lo pactado. De momento, han suspendido el pedido de una decena de máquinas que tenían pendiente.

Los sindicatos han denunciado que el precio fuera el factor definitivo para optar por el fabricante italiano en lugar de otros más caros pero con más experiencia en la alta velocidad ferroviaria. "Con los trenes italianos ha pasado como con los coches: un diseño muy bonito pero luego se estropean a la primera de cambio", se quejaba esta semana en la radio belga un viajero furioso, que había tardado más de cuatro horas en llegar a su destino.

Pero mientras políticos, empresarios y técnicos discuten, Bruselas y Amsterdam se encuentran de momento sin conexión de tren directa, salvo por el Thalys, el ultrarrápido pero caro tren de alta velocidad francés. Para muchos viajeros, las alternativas que se les ofrece no son tales: al menos dos transbordos y cuatro horas para cubrir el trayecto entre las dos ciudades. Muchos viajeros se han pasado de mala gana al coche y suspiran por el retorno del viejo tren del Benelux.

Ya antes de su desastroso estreno se habían recibido multitud de quejas por la reducción de las frecuencias, la pérdida de la conexión directa con La Haya y el encarecimiento del servicio (el Fyra sólo es más barato que el antiguo tren si se encuentra la mejor oferta). Es, se les decía, el precio del progreso.

fuente   http://www.lavanguardia.com

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